El fútbol debe tener Reglas que hagan que el juego sea ‘limpio’; la deportividad es un elemento
fundamental de la belleza de este apasionante juego; se trata de una característica vital del ‘espíritu’ del
juego. Los mejores partidos son aquellos en los que el árbitro raramente tiene que intervenir, ya que los
jugadores compiten con respeto mutuo, y respetando las reglas y a los miembros del equipo arbitral.